Fotografiada entre otros por los reconocidos Cecil Beaton, Edward Steichen, el «inoportuno» Erich Salomon y un listado generoso de otros tantos fotógrafos de los años 30 y 40, en los que se encuentra, Eugene Robert Richee con quien logra consolidar su imagen de Diva con algunos toques sutiles de adroginia, esta mujer nacida en Alemania pero nacionalizada estadounidense, hizo de su apariencia un ícono y de su personalidad un mito.
Muchas veces comparada con la leyenda del cine Greta Garbo, existiendo, según los entendidos del tema, una similitud en sus carreras ya que las dos provenian del otro lado del atlántico y fueron consideradas los rostros más bellos del cine de todos los tiempos, convirtiéndose en las favoritas de los fotógrafos y de Hollywood en los años dorados del cine.
Vale decir que Dietrich hizo su propia carrera, logró suma notoriedad por su participación en el film, el Ángel Azul (Blue Angel); con sus rasgos definidos y bien perfilados a lo que los fotógrafos supieron aprovechar muy bien, ella logró consolidarse entre las más bellas de nuevo junto a su contraparte Greta Garbo, Gloria Swason y Joan Crawford.
Al hacer parte del Star System de Hollywood, contaba con la adecuada asesoría de directores y fotógrafos para procurarle la mejor iluminación y quedar envuelta por una especie de halo místico, este efecto lo conseguía al cubrirse en luz dejando el fondo muchas veces sin iluminar o con escasa luz, lo que la hace resaltar del entorno y producir cierto brillo, un efecto de diamante brillante con su rubia cabellera, ojos claros y blanca tez, adornada a con joyería y lentejuelas para enfatizar la ilusión.
Al cabo del tiempo, ella aprendió todo lo que necesita saber sobre cómo disponer de la iluminación más favorecedora en escena y fuera de ella, a tal punto que ella dirigía su iluminación en los films en los que participaba, para molestias de directores como Alfred Hitchcock.
Para las actrices de la época, era una obligación destacar en su imagen alguna característica particular, ya que en el boyante Hollywood de los años 30 y 40, el surgimiento de rostros femeninos no dio espera a una carrera para ocupar un lugar; Dietrich supo como una de las más importantes, resaltar su mirada, su acento germánico profundo y cierta ambigüedad sexual, una especie de rudeza glamorosa.
Fuentes:
Doctor Macro
Google Images